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Tengo el sueño invadido y la nostalgia exacta de mi muerte. Besa mis párpados para que pueda reconocerte, diosa, madre indolente de las revelaciones, oh gran prostituída, acorde último frente al abismo. En tu regazo encuentro de par en par abiertas la sospecha y la duda, el frío de las gárgolas inquisitivas y la arcana solidez del rocío. No me despiertes, tú que sueñas. No me despiertes y ven al vómito incesante,  a esta marea sin fin que he forjado con los restos sonrientes de tu cadáver.

Yo maldigo tu vigilia perfecta.

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tabla

Daniel Casado y Chuty